El fin de la vida laboral, la difícil decisión de cuándo retirarse
- Investigadores del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo, junto al destacado psicólogo Carlos-María Alcover, analizaron la realidad chilena y propusieron medidas para abordarla.
Definir el momento para retirarse del trabajo no suele ser una decisión fácil. Se trata de un proceso en el cual influyen múltiples factores, que van desde la situación económica, el estado de salud de la persona, su compromiso con la organización en la que trabaja, el sistema de protección social que le ofrece el Estado, entre muchos otros.
En Chile, existe la pensión por vejez que consiste en el derecho que tienen los afiliados al sistema de AFP a obtener una pensión una vez que hayan cumplido con la edad legal para hacerlo: 65 años para los hombres y 60 para las mujeres. Y, aunque la jubilación es un proceso voluntario, para muchos esta edad se convierte en una especie de tope para retirarse, lo cual a menudo coincide con el desgaste físico propio de una larga trayectoria laboral. Sin embargo, hay quienes que, a pesar de tener esta edad, no se sienten a gusto con la idea de jubilar y su salud les permite prolongar su vida laboral.
Los trabajadores chilenos aportan el 10% de su salario a sus cuentas de jubilación en un sistema privado, lo que implica que cada afiliado obtiene un fondo de pensiones diferente, dependiendo de la estabilidad y cantidad de dinero depositado. Lamentablemente, una gran parte de la población obtiene pensiones que están por debajo del sueldo mínimo y no le aseguran un bienestar en sus últimos años de vida. Según el estudio “Pensiones sin Seguridad Social ¿Cómo se calcula el monto de las pensiones en Chile?” de la Fundación Sol, durante el año 2020 “se jubilaron 102 mil personas y el 50 % de ellas pudo autofinanciar una pensión menor a $75 mil, e incluso la mitad de aquellas personas que cotizaron entre 30 y 35 años, es decir, la mayor parte de su vida laboral, pudo autofinanciar una pensión menor a $287 mil”.
Hay quienes que, tras jubilar, optan por reingresar al mercado laboral a través de un “bridge employment”, el cual puede ser el mismo empleo en el que se desempeñaban u otro totalmente diferente. Se trata de una alternativa que permite, a quienes no desean o no pueden retirarse, seguir aportando en el ámbito laboral y a quienes reciben pensiones bajas, poder aumentar sus ingresos y mejorar su calidad de vida.
Surgen, entonces, la interrogante: ¿Existe un momento adecuado para jubilar?
El estudio
Los investigadores del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo, Mariana Bargsted y Jesús Yeves, junto al destacado profesor de Psicología de Grupo, Trabajo y Organización de la Universidad Rey Juan Carlos, Carlos-María Alcover, quisieron abordar este tema y realizaron un estudio para determinar el rol que tienen, tanto los factores externos como la propia agencia individual, en la intención de continuar trabajando o retirarse. Los factores externos se entienden como la estructura, es decir, factores sociales como las políticas sociales y las normas sociales que influyen en las intenciones y restringen o permiten las elecciones que los individuos desean tomar. Por su parte, la agencia se entiende como la capacidad humana de influir intencionalmente en el funcionamiento y las circunstancias de la vida por las acciones de uno. La tensión entre ambos elementos permite identificar factores voluntarios e involuntarios que subyacen a estas intenciones de retiro laboral.
Los especialistas utilizaron datos representativos de la población trabajadora chilena, para lo cual entrevistaron a 414 trabajadores con edades entre los 45 y 65 años. La encuesta incluyó varias preguntas relacionadas con las condiciones de trabajo, donde seleccionaron aquellas asociadas con factores voluntarios e involuntarios que se relacionan con la permanencia y la salida de la carrera.
Los resultados
Tras analizar los resultados, concluyeron que, tanto los factores de agencia (voluntarios) como los de estructura (involuntarios) juegan un papel relevante en las intenciones de prolongar las carreras, tender un puente entre en el empleo y entrar en la jubilación anticipada, ofreciendo una comprensión más compleja de estas intenciones a mitad y final de la carrera. “Una de las cosas importantes de entender es que en la decisión de mantenerse o no trabajando hay muchos factores que están incidiendo simultáneamente, que no es una decisión fácil”, por lo que “entenderlo con mayor complejidad permite, al que tiene que tomar la decisión, analizarlo desde más puntos de vista”, señaló Mariana Bargsted.
En consecuencia, la investigación resalta los riesgos que conlleva incentivar la jubilación a la edad que determina la ley, sin analizarlo antes. “Por un lado, la organización se puede quedar sin talentos, a lo mejor esa persona (que tiene edad legal para jubilar) puede seguir aportando un poco más. Entonces, tal vez sea más conveniente ir ajustando la carga laboral, generando un retiro paulatino, así la jubilación será un proceso de transición mucho más amigable”, explicó Mariana.
En ese sentido, la académica señaló que “para efectos de la fuerza laboral hay que generar condiciones para que las personas puedan voluntariamente decidir si quieren permanecer o no trabajando”. Al respecto, precisó que este punto debe ser considerado tanto por el Estado como por las organizaciones. “Una cosa es cómo el Estado se va a hacer cargo de mejorar esas condiciones para que las personas que quieran seguir trabajando, tengan todavía los espacios para hacerlo y lo que se quieran retirar lo puedan hacer. Pero también es importante que las organizaciones puedan implementar estrategias de no discriminación a los trabajadores mayores para seguir aprovechando ese talento, cuando sea voluntario, y ayudar a las personas a planificar cómo van a retirarse cuando quieran hacerlo”.
El estudio, que forma parte del trabajo del grupo de investigación multidisciplinario del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo, puede ser revisado en profundidad en aquí.